Pepe: El recuerdo del ayer y el hoy
Hace más de un mes que tuve mi primer encuentro del año con Luisa. Desde el 31 de diciembre del año pasado, fecha en que salimos a despedir el año viejo comiendo pollito y brindando con Inka Kola (para no desentonar la combinación), no nos habíamos vuelto a ver las caras. Había pasado el tiempo y en consecuencia, también ocurrieron muchas cosas. En su mayoría eran asuntos relacionados con nuestras vidas personales pero la otra pequeña parte eran acontecimientos que sin querer, nos relacionaban y/o recordaban que la vida, suele dar muchas vueltas.
Transcurría el mes de Julio y uno de esos días en que tonteaba en una cabina de internet, decidí escribirle un e-mail a Luisa para concertar un próximo encuentro. Obtuve una respuesta casi automática en la cual me sugería encontrarnos unos días después de planteada la propuesta. Me hizo feliz saber que a pesar del tiempo transcurrido, mi amiga aún seguía mostrándose tan accesible como siempre. Llegó el día y nos encontramos como siempre, en la esquina de la muni para luego irnos a comer lo que a ella más le gusta: el pollito a la brasa. Iniciamos la conversa recordando que había pasado ya medio año y que debido a las ocupaciones que teníamos en ese tiempo transcurrido, no fue posible el volvernos a ver. Recordamos el último raje que tuvimos a consecuencia de los ex, las parejas actuales y demás.
Me contó que ya cumplía un año con Will y que todo iba bien entre ellos, salvo algunos acontecimientos con los que ninguno imaginó pero que hicieron que se compenetraran aún más en su relación. Me preguntó por Kyo y por como iba lo nuestro. Le hice ver que a pesar del error que había cometido al jugar con el demonio, pude salir bien parada y volver a mis cabales como en un inicio. Además que Kyo había evolucionado para bien y que eso, hacía que yo me mantuviera aún más firme en mis convicciones.
Seguimos hablando sobre otros entretelones relativos al tema en mención. Y pues, en algún momento se tenía que mencionar ese temita que me tenía un poco pensativa durante los días posterioes a la fecha en que supe de la noticia que aún yo daba por no creíble hasta ese tiempo:
-¿Sabías que Pepe se fue a España por trabajo?- fue el comentario de Luisa mientras íbamos a la mitad de la comilona.
-Sí, me comentaron ese asunto en el verano pero de ahí no sé más- respondí.
Luisa me confirmó que Pepe sí había llegado a viajar a España. Que incluso llamó a la institución para saludar a su mejor amigo por su cumpleaños y que al no encontrarlo dejó un mensaje el cual le fue transmitido al día siguiente y en presencia de mi amiga. ¡Qué mayor evidencia para confirmar que si viajó realmente! Luego, Luisa me contó algunas de las peripecias de Pepe mucho tiempo antes de que se le cruce la idea de viajar a España y dejar a lo que más quería en este mundo: su hijo.
Desde que lo despidieron de la institución, Pepe estuvo cachueleándose por ahí ya que no conseguía ningún trabajo estable. Por recomendación de un pata que antes había trabajado con nosotros pero que ahora lo hacía en otro lugar, entró a trabajar allí pero al parecer con el transcurso del tiempo Pepe generó anticuerpos en la gente lo cual provocó que lo despidieran cuando apenas cumplía un año de servicios. Al parecer problemas de carácter habrían generado tal acción. -Pepe era un renegón- me dijo Luisa -Tal vez tuvo sus encontronasos con algún jefe y por eso lo sacaron-. Además, Luisa me contó que un día en que Pepe regresaba de haber ido a pasear al Callao con su chibolo, el cobrador le quiso cobrar dos pasajes a lo que él se rehusó. Al bajar de la combi el cobrador habría vociferado algo lo que hizo que Pepe le lanzara un puñetaso. El cobrador cerró la ventana y el puño de Pepe fue a chocar contra el vidrio lo que le provocó cortes y que tuviera la mano inutilizable por varios días.
Rápidamente traté de recordar alguna escena en la que Pepe estuviese realmente molesto. Durante el tiempo en que nos fuimos conociendo y posteriormente fuimos enamorados, si fui testigo de sus actitudes de ensimismamiento y de poca camaradería con alguna persona con la que alguna vez tuvo un intercambio de palabras. Pero nunca noté actitudes de ese tipo, al menos no frente a mi. Le hice notar a Luisa mi extrañesa por tal actitud. Luisa me dijo que tal vez el hecho de estar sin trabajo y tener carga familiar lo estaba volviendo un renegado. Coincidí con ella en que Pepe era un renegón y que tal vez la desesperación lo llevaba a comportarse así. Y tal fue la repercusión de su situación que sus amigos se preocuparon por él. Tanto, que uno de esos viejos amigos de Pepe que llevaba viviendo años en España le consiguió trabajo por esas tierras y le envió el contrato de trabajo. Él debía hacer lo demás.
Imagino lo que le habrá costado el decidirse a viajar. Tanto tiempo esperando tener un hijo y tan poco tiempo lo había gozado. Dejar sólo a su hijo imagino que nunca se le cruzó por la cabeza. Pero la oportunidad se le presentó y dejarla pasar era un pecado. Felizmente sus amigos estuvieron allí para darle ánimos y no dejar que se mariconee y retroceda en su decisión. Le hicieron ver que si quería algo mejor para su hijo, ese sacrificio rendiría sus frutos a futuro. Pepe ya se ha ido y espero que le esté yendo muy bien por la madre patria. Si uno se va de aquí es para acumular muchos dólares (en este caso, euros) y quizás regresar, o iniciar una nueva vida por otros lares.
Últimamente anduve pensando en Pepe. He ahí el por qué de haber escrito esto. No conozco al hijo de Pepe pero puedo afirmar que es el vivo retrato de su padre. Algún día lo conoceré, Lima es tan chica y el destino tan impredescible que el día menos esperado lo tendré frente a mí. Y espero poder volver a ver a Pepe ni bien regrese de España. Ya sea para felicitarlo por haberse rajado el lomo y haber traído mucho mucho mucho; o sino para mandarle un par de carajos por ser tán huevón y no servir para nada.
Dicen que cuando uno se acuerda de alguien, es porque ese alguien se acordó de uno. De ser así, ¿estarás pensando en mí, José Luis?
Transcurría el mes de Julio y uno de esos días en que tonteaba en una cabina de internet, decidí escribirle un e-mail a Luisa para concertar un próximo encuentro. Obtuve una respuesta casi automática en la cual me sugería encontrarnos unos días después de planteada la propuesta. Me hizo feliz saber que a pesar del tiempo transcurrido, mi amiga aún seguía mostrándose tan accesible como siempre. Llegó el día y nos encontramos como siempre, en la esquina de la muni para luego irnos a comer lo que a ella más le gusta: el pollito a la brasa. Iniciamos la conversa recordando que había pasado ya medio año y que debido a las ocupaciones que teníamos en ese tiempo transcurrido, no fue posible el volvernos a ver. Recordamos el último raje que tuvimos a consecuencia de los ex, las parejas actuales y demás.
Me contó que ya cumplía un año con Will y que todo iba bien entre ellos, salvo algunos acontecimientos con los que ninguno imaginó pero que hicieron que se compenetraran aún más en su relación. Me preguntó por Kyo y por como iba lo nuestro. Le hice ver que a pesar del error que había cometido al jugar con el demonio, pude salir bien parada y volver a mis cabales como en un inicio. Además que Kyo había evolucionado para bien y que eso, hacía que yo me mantuviera aún más firme en mis convicciones.
Seguimos hablando sobre otros entretelones relativos al tema en mención. Y pues, en algún momento se tenía que mencionar ese temita que me tenía un poco pensativa durante los días posterioes a la fecha en que supe de la noticia que aún yo daba por no creíble hasta ese tiempo:
-¿Sabías que Pepe se fue a España por trabajo?- fue el comentario de Luisa mientras íbamos a la mitad de la comilona.
-Sí, me comentaron ese asunto en el verano pero de ahí no sé más- respondí.
Luisa me confirmó que Pepe sí había llegado a viajar a España. Que incluso llamó a la institución para saludar a su mejor amigo por su cumpleaños y que al no encontrarlo dejó un mensaje el cual le fue transmitido al día siguiente y en presencia de mi amiga. ¡Qué mayor evidencia para confirmar que si viajó realmente! Luego, Luisa me contó algunas de las peripecias de Pepe mucho tiempo antes de que se le cruce la idea de viajar a España y dejar a lo que más quería en este mundo: su hijo.
Desde que lo despidieron de la institución, Pepe estuvo cachueleándose por ahí ya que no conseguía ningún trabajo estable. Por recomendación de un pata que antes había trabajado con nosotros pero que ahora lo hacía en otro lugar, entró a trabajar allí pero al parecer con el transcurso del tiempo Pepe generó anticuerpos en la gente lo cual provocó que lo despidieran cuando apenas cumplía un año de servicios. Al parecer problemas de carácter habrían generado tal acción. -Pepe era un renegón- me dijo Luisa -Tal vez tuvo sus encontronasos con algún jefe y por eso lo sacaron-. Además, Luisa me contó que un día en que Pepe regresaba de haber ido a pasear al Callao con su chibolo, el cobrador le quiso cobrar dos pasajes a lo que él se rehusó. Al bajar de la combi el cobrador habría vociferado algo lo que hizo que Pepe le lanzara un puñetaso. El cobrador cerró la ventana y el puño de Pepe fue a chocar contra el vidrio lo que le provocó cortes y que tuviera la mano inutilizable por varios días.
Rápidamente traté de recordar alguna escena en la que Pepe estuviese realmente molesto. Durante el tiempo en que nos fuimos conociendo y posteriormente fuimos enamorados, si fui testigo de sus actitudes de ensimismamiento y de poca camaradería con alguna persona con la que alguna vez tuvo un intercambio de palabras. Pero nunca noté actitudes de ese tipo, al menos no frente a mi. Le hice notar a Luisa mi extrañesa por tal actitud. Luisa me dijo que tal vez el hecho de estar sin trabajo y tener carga familiar lo estaba volviendo un renegado. Coincidí con ella en que Pepe era un renegón y que tal vez la desesperación lo llevaba a comportarse así. Y tal fue la repercusión de su situación que sus amigos se preocuparon por él. Tanto, que uno de esos viejos amigos de Pepe que llevaba viviendo años en España le consiguió trabajo por esas tierras y le envió el contrato de trabajo. Él debía hacer lo demás.
Imagino lo que le habrá costado el decidirse a viajar. Tanto tiempo esperando tener un hijo y tan poco tiempo lo había gozado. Dejar sólo a su hijo imagino que nunca se le cruzó por la cabeza. Pero la oportunidad se le presentó y dejarla pasar era un pecado. Felizmente sus amigos estuvieron allí para darle ánimos y no dejar que se mariconee y retroceda en su decisión. Le hicieron ver que si quería algo mejor para su hijo, ese sacrificio rendiría sus frutos a futuro. Pepe ya se ha ido y espero que le esté yendo muy bien por la madre patria. Si uno se va de aquí es para acumular muchos dólares (en este caso, euros) y quizás regresar, o iniciar una nueva vida por otros lares.
Últimamente anduve pensando en Pepe. He ahí el por qué de haber escrito esto. No conozco al hijo de Pepe pero puedo afirmar que es el vivo retrato de su padre. Algún día lo conoceré, Lima es tan chica y el destino tan impredescible que el día menos esperado lo tendré frente a mí. Y espero poder volver a ver a Pepe ni bien regrese de España. Ya sea para felicitarlo por haberse rajado el lomo y haber traído mucho mucho mucho; o sino para mandarle un par de carajos por ser tán huevón y no servir para nada.
Dicen que cuando uno se acuerda de alguien, es porque ese alguien se acordó de uno. De ser así, ¿estarás pensando en mí, José Luis?
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