Confesiones al Aire: Un año después
Conforme ha pasado el tiempo y a medida que el trato entre nosotras se ha ido incrementando, debo admitir que una vez más he sucumbido ante ésa "química de la atracción" que ha provocado que centre mi atención en una de mis compañeras de trabajo. Su nombre: Silvia.
Silvia llegó al colegio hace casi un año. Al principio no nos veíamos mucho. Las pocas veces que llegábamos a intercambiar palabras, éstas se limitaban a un simple saludo y/o encargo. Pasaron los meses y después de darle vueltas a la idea por mucho tiempo, decidí por iniciativa propia darme la oportunidad de "estrechar y generar vínculos amistosos" con alguien del trabajo. Elegí a Silvia por ser nueva en el colegio, por ver la seriedad de su trabajo y su responsabilidad por cumplir con sus funciones.
Y ésto se llevo a cabo, so pretexto de que yo me encargo de pasar a limpio (léase a computadora) los materiales de clases que ella y las demás profesoras elaboran y que utilizan en cada una de sus clases. Tenía que aprovechar ese ir y venir de manuscritos, originales y demás que se originan en el proceso para ir acercándomele poco a poco y así poder encontrar puntos en común para iniciar una conversación no sólo laboral sino que lindara con la idiosincacia y el modo de ser propio de cada una. Algunas oportunidades propicias que se presentaron para ir ganando más confianza, fueron reuniones de camaradería realizadas durante el transcurso del año. Poco a poco pude sacar mi línea y gané mayor confianza, llegando incluso hasta las bromas pesadas.
Días antes de la navidad se llevó a cabo la clásica "Reunión Compartir de fin de año" entre los profesores y administrativos del colegio. Ese día no salí de mi oficina más que para ir a lavarme los dientes después de almorzar. Eran más de las 2 de la tarde y una profesora vino a mi oficina a pasarme la voz para ir a participar de dicha reunión. Tenía que ir, no me quedaba de otra. Cerré mi oficina y al ingresar al salón, mis ojos se dieron con una muy grata sorpresa.
Ella estaba allí, hacia el lado izquierdo del salón. Dispuesta junto a otra profesora a servir la comida a los comensales que estabamos alli reunidos. Yo no podía borrarme aquella imagen de los ojos. Tampoco podía evitar voltear a mirar que hacía y hacia donde iba. Tenía que controlarme, tenía al resto de gente a mi alrededor. Era inevitable, era la tentación en su máxima expresión.
Silvia no es el prototipo, ideal o como quiera que se le quiera llamar a esos "rasgos característicos" que se supone uno anda buscando en una persona con fines más que amicales. Aún así, ese día había capturado algo más que mis pensamientos más lejanos: logró la atención de mi mente... y de mis ojos. Eso era suficiente.
Aquella tarde fue mi suerte tal que sin querer tuve a Silvia como compañera de mesa. Platicamos, si. Compartimos gustos culinarios, entretelones propios de las fiestas y algunas ideas sueltas. Poco a poco me atreví a hacerle preguntas más personales: Me enteré que tenía enamorado, que se conocían desde que comenzaron a estudiar en la universidad, que entre ambas familias el trato es muy bueno y que balanceaban sus vidas profesionales con su tiempo libre.
Dificilmente suelo fijarme en alguien, salvo que reuna características "excepcionales y armónicas" propias de ésas que son mi mayor tentación. Sin embargo, desde esa ocasión, cada vez que nos encontrábamos y cruzábamos palabras, no me era muy fácil dejar de tratar de decirle tan siquiera "algo" que me permitiera entablar una conversación frontal y así, no tener que hacer piruetas para robarme una mirada suya.
Llegó el Día de la Amistad (el primero que pasamos juntas en el colegio) y como es acostumbrado, ésto genero otra "Reunión Compartir". Terminaron las clases y luego que los alumnos se fueron, nos reunimos en uno de los salones acondicionados para la ocasión. En esta oportunidad, habían colocado un TV, dvd y micrófonos para lo que sería un karaoke. Poco a poco fueron llegando las profes. La reunión comenzó.
Todos fueron cantando uno por uno y a su turno, Silvia hizo lo mismo y le puso mucha alegría a la reunión. Yo estaba más bien apática pues no soy partidaria de las celebraciones paganas. Aún así, participé de la reunión puesto que mi única motivación se encontraba allí presente. Cantó todo lo que pudo, voz en cuello, como nunca se lució. Iba, venía, Silvia estaba eufórica ese día, y todos allí fueron testigos de eso. Y así, pasaron las horas, la gente poco a poco se fue y todo termínó.
Han pasado los días y los meses, y a estas alturas debo confesar que Silvia me gusta cada vez más. Tal vez sea por su voz algo ronquita; o tal vez por su jovialidad. Sólo sé que nos llevamos bien y eso me gusta. Aún así tenga pareja estable por casi ya, 8 años. Aún así, ella sea netamente heterosexual.
Silvia llegó al colegio hace casi un año. Al principio no nos veíamos mucho. Las pocas veces que llegábamos a intercambiar palabras, éstas se limitaban a un simple saludo y/o encargo. Pasaron los meses y después de darle vueltas a la idea por mucho tiempo, decidí por iniciativa propia darme la oportunidad de "estrechar y generar vínculos amistosos" con alguien del trabajo. Elegí a Silvia por ser nueva en el colegio, por ver la seriedad de su trabajo y su responsabilidad por cumplir con sus funciones.
Y ésto se llevo a cabo, so pretexto de que yo me encargo de pasar a limpio (léase a computadora) los materiales de clases que ella y las demás profesoras elaboran y que utilizan en cada una de sus clases. Tenía que aprovechar ese ir y venir de manuscritos, originales y demás que se originan en el proceso para ir acercándomele poco a poco y así poder encontrar puntos en común para iniciar una conversación no sólo laboral sino que lindara con la idiosincacia y el modo de ser propio de cada una. Algunas oportunidades propicias que se presentaron para ir ganando más confianza, fueron reuniones de camaradería realizadas durante el transcurso del año. Poco a poco pude sacar mi línea y gané mayor confianza, llegando incluso hasta las bromas pesadas.
Días antes de la navidad se llevó a cabo la clásica "Reunión Compartir de fin de año" entre los profesores y administrativos del colegio. Ese día no salí de mi oficina más que para ir a lavarme los dientes después de almorzar. Eran más de las 2 de la tarde y una profesora vino a mi oficina a pasarme la voz para ir a participar de dicha reunión. Tenía que ir, no me quedaba de otra. Cerré mi oficina y al ingresar al salón, mis ojos se dieron con una muy grata sorpresa.
Ella estaba allí, hacia el lado izquierdo del salón. Dispuesta junto a otra profesora a servir la comida a los comensales que estabamos alli reunidos. Yo no podía borrarme aquella imagen de los ojos. Tampoco podía evitar voltear a mirar que hacía y hacia donde iba. Tenía que controlarme, tenía al resto de gente a mi alrededor. Era inevitable, era la tentación en su máxima expresión.
Silvia no es el prototipo, ideal o como quiera que se le quiera llamar a esos "rasgos característicos" que se supone uno anda buscando en una persona con fines más que amicales. Aún así, ese día había capturado algo más que mis pensamientos más lejanos: logró la atención de mi mente... y de mis ojos. Eso era suficiente.
Aquella tarde fue mi suerte tal que sin querer tuve a Silvia como compañera de mesa. Platicamos, si. Compartimos gustos culinarios, entretelones propios de las fiestas y algunas ideas sueltas. Poco a poco me atreví a hacerle preguntas más personales: Me enteré que tenía enamorado, que se conocían desde que comenzaron a estudiar en la universidad, que entre ambas familias el trato es muy bueno y que balanceaban sus vidas profesionales con su tiempo libre.
Dificilmente suelo fijarme en alguien, salvo que reuna características "excepcionales y armónicas" propias de ésas que son mi mayor tentación. Sin embargo, desde esa ocasión, cada vez que nos encontrábamos y cruzábamos palabras, no me era muy fácil dejar de tratar de decirle tan siquiera "algo" que me permitiera entablar una conversación frontal y así, no tener que hacer piruetas para robarme una mirada suya.
Llegó el Día de la Amistad (el primero que pasamos juntas en el colegio) y como es acostumbrado, ésto genero otra "Reunión Compartir". Terminaron las clases y luego que los alumnos se fueron, nos reunimos en uno de los salones acondicionados para la ocasión. En esta oportunidad, habían colocado un TV, dvd y micrófonos para lo que sería un karaoke. Poco a poco fueron llegando las profes. La reunión comenzó.
Todos fueron cantando uno por uno y a su turno, Silvia hizo lo mismo y le puso mucha alegría a la reunión. Yo estaba más bien apática pues no soy partidaria de las celebraciones paganas. Aún así, participé de la reunión puesto que mi única motivación se encontraba allí presente. Cantó todo lo que pudo, voz en cuello, como nunca se lució. Iba, venía, Silvia estaba eufórica ese día, y todos allí fueron testigos de eso. Y así, pasaron las horas, la gente poco a poco se fue y todo termínó.
Han pasado los días y los meses, y a estas alturas debo confesar que Silvia me gusta cada vez más. Tal vez sea por su voz algo ronquita; o tal vez por su jovialidad. Sólo sé que nos llevamos bien y eso me gusta. Aún así tenga pareja estable por casi ya, 8 años. Aún así, ella sea netamente heterosexual.
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