Mi DIARIO: Los últimos dias de escuela (2)
Octubre 1992
Como no podía continuar con esta duda, decidí buscar a alguna persona para poder conversar sobre esto, de preferencia que tuviera algún conocimiento sobre psicología o algo así.
Cuando llegué a la sala, ella estaba escribiendo, me vió y me hizo pasar. Luego guardó sus cosas y fuimos al fondo de la sala, nos colocamos casi al filo de la mesa y nos sentamos. Se colocó a mi lado y empezó a preguntarme algunas cosas acerca de mi. Luego ella me preguntó que era lo que yo quería decirle. Al principio, tuve cierto temor a decirselo, pero ella dijo que esto quizas era por que era la primera vez que se lo contaba a alguien y era por eso que yo estaba así. Entonces empecé a contarle sobre esta atracción hacia una mujer y que me gustaba. Ella me hizo entender varias cosas acerca de esta situación. Yo, escuchaba todo lo que ella me decía y explicaba.
Yo me quedé ahí, sola, pensando sobre eso por un momento. Luego salí de allí, me fui al baño; salí del colegio rumbo a mi casa. Estaba algo pensativa, pero traté de olvidarlo.
Pasaron aproximadamente 2 semanas y ya casi había olvidado a Magali. Conversábamos, nos hacíamos bromas, la abrazaba y ya no sentía lo mismo de antes. Era como si nunca hubiera sido ella la razón de mis pensamientos. Trataba de verla o de imaginarla como mujer, pero no podía. Si que me había ayudado bastante la conversación con Romina.
Me alegré bastante por ver que mi reacción era distinta a la de antes ya que era imposible seguir de esa manera. Pero, un día en que no teníamos nada que hacer en el salón; salí al pasadizo y allí me quedé. Me puse a observar a todos los profesores que por alli pasaban. En eso, veo a Romina. Me quedé viéndola hasta donde se iba. Pero, el ver su movimiento al caminar me puso saltona.
Como una manera quizás de agradecerle por la ayuda, traté de no hacer tanto laberinto en sus horas de clase; llegando incluso a darle la razón y apoyarla en algunas cosas que decía en clase. Seguro que las chicas se quedarían lelas al escuchar lo bien que hablaba yo de ella ya que antes no era así. Le había llegado a tener cierta cólera por las llamadas de atención que me hacía contínuamente. Pero después de todo esto llegué a cambiar en mi manera de pensar hacia ella. La veía como una persona en quien poder, quizás, confiar ya que no creía que me defraudaría.
Pero, a parte de esto, empecé a verla como mujer, me estremecía con solo verla. Sentía algo así como electricidad por todo el cuerpo. A veces hubiera querido que ella estuviera a mi disposición para así poder hablarle y hablarle por mucho tiempo. Poder tenerla a mi lado o mejor si la tuviera cerca, viéndome a los ojos y yo a ella.
Como no podía continuar con esta duda, decidí buscar a alguna persona para poder conversar sobre esto, de preferencia que tuviera algún conocimiento sobre psicología o algo así.
Cuando llegué a la sala, ella estaba escribiendo, me vió y me hizo pasar. Luego guardó sus cosas y fuimos al fondo de la sala, nos colocamos casi al filo de la mesa y nos sentamos. Se colocó a mi lado y empezó a preguntarme algunas cosas acerca de mi. Luego ella me preguntó que era lo que yo quería decirle. Al principio, tuve cierto temor a decirselo, pero ella dijo que esto quizas era por que era la primera vez que se lo contaba a alguien y era por eso que yo estaba así. Entonces empecé a contarle sobre esta atracción hacia una mujer y que me gustaba. Ella me hizo entender varias cosas acerca de esta situación. Yo, escuchaba todo lo que ella me decía y explicaba.
Yo me quedé ahí, sola, pensando sobre eso por un momento. Luego salí de allí, me fui al baño; salí del colegio rumbo a mi casa. Estaba algo pensativa, pero traté de olvidarlo.
Pasaron aproximadamente 2 semanas y ya casi había olvidado a Magali. Conversábamos, nos hacíamos bromas, la abrazaba y ya no sentía lo mismo de antes. Era como si nunca hubiera sido ella la razón de mis pensamientos. Trataba de verla o de imaginarla como mujer, pero no podía. Si que me había ayudado bastante la conversación con Romina.
Me alegré bastante por ver que mi reacción era distinta a la de antes ya que era imposible seguir de esa manera. Pero, un día en que no teníamos nada que hacer en el salón; salí al pasadizo y allí me quedé. Me puse a observar a todos los profesores que por alli pasaban. En eso, veo a Romina. Me quedé viéndola hasta donde se iba. Pero, el ver su movimiento al caminar me puso saltona.
Como una manera quizás de agradecerle por la ayuda, traté de no hacer tanto laberinto en sus horas de clase; llegando incluso a darle la razón y apoyarla en algunas cosas que decía en clase. Seguro que las chicas se quedarían lelas al escuchar lo bien que hablaba yo de ella ya que antes no era así. Le había llegado a tener cierta cólera por las llamadas de atención que me hacía contínuamente. Pero después de todo esto llegué a cambiar en mi manera de pensar hacia ella. La veía como una persona en quien poder, quizás, confiar ya que no creía que me defraudaría.
Pero, a parte de esto, empecé a verla como mujer, me estremecía con solo verla. Sentía algo así como electricidad por todo el cuerpo. A veces hubiera querido que ella estuviera a mi disposición para así poder hablarle y hablarle por mucho tiempo. Poder tenerla a mi lado o mejor si la tuviera cerca, viéndome a los ojos y yo a ella.
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